- 03 de mayo de 2025
El exdelantero se sinceró sobre todo lo que tuvo que pasar después del fracaso de la Selección Mexicana

La Selección Mexicana ha tenido que atravesar varios momentos muy difíciles en distintos momentos de la historia, donde el común denominador ha sido que en algunas generaciones los fracasos que se han tenido, han provocado un gran dolor en la afición, aunque también lo han resentido los jugadores.
Y es que casi siempre los malos momentos suelen opacar a los buenos, sin embargo, hay quienes deciden tomar ese momento como una lección para seguir trabajando en poder mejorar, tal como es el caso de Santiago Fernández, quien después de muchos años decidió hablar sobre un momento complicado en su carrera.
Santiago Fernández habla sobre el Preolímpico de 2008
El exdelantero mexicano, compartió una profunda reflexión sobre el doloroso episodio que marcó su carrera: el fracaso de la Selección Mexicana Sub-23 en el Preolímpico de 2008, que dejó al equipo sin boleto a los Juegos Olímpicos de Beijing, un golpe bastante duro para muchos.
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En una entrevista con Peloteando, Fernández abrió su corazón sobre cómo enfrentó las críticas y el impacto emocional de aquel torneo en Carson, California, donde México, dirigido por Hugo Sánchez, no logró superar la fase de grupos tras empatar con Canadá, perder ante Guatemala y vencer insuficientemente a Haití (5-1).
Fernández, entonces una promesa del América, fue señalado por sus fallas frente al arco haitiano, un partido que se volvió icónico por la narración de Christian Martinoli y las burlas de la afición. "Me agarró en un momento donde no estaba listo. Quería desaparecer", confesó, admitiendo que su mentalidad negativa le dificultó superar el episodio.
Sin embargo, con el tiempo, transformó esa experiencia en un aprendizaje, inspirado por el libro It Takes What It Takes, que distingue entre mentalidades negativa, positiva y neutra.
Actualmente alejado del fútbol profesional, su testimonio refleja resiliencia y una visión madura sobre un capítulo que, aunque doloroso, lo ayudó a crecer. Su mensaje final es claro: el verdadero miedo no es fallar, sino no intentar ser la mejor versión de uno mismo