- 02 de octubre de 2024
Varios exseleccionados mexicanos han sufrido las duras consecuencias de jugar en el estadio de Cuscatlán
No es un mito ni tampoco exageración que las visitas de la Selección Mexicana a El Salvador suelen ser muy complicadas debido al ambiente hostil del público y al juego rudo de los locales, por lo que varios mexicanos han salido lesionados.
En la visita del Tri a Cuscatlán por la eliminatoria para la Copa Mundial de 1994 a Benjamin Galindo le tocó perder dos dientes, a Nacho Ambriz le lesionaron la rodilla, a Marcelino Bernal le lastimaron el tobillo y a Hugo Sánchez le llovieron patadas.
Pero la más grave lesión se la llevó el exdelantero Francisco Uribe, quien tuvo una fractura en el ojo y estuvo cerca de perderlo tras un choque de cabezas con un rival salvadoreño, contó a ESPN.
"Al momento de caer me toco la cara y siento todo sumido; entró el doctor inmediatamente y lo primero que me dijo fue que tenía una fractura en el rostro; me puse de pie y me sentía bien y quería seguir jugando, pero cuando me levanto comienzo a ver doble; voy caminando hacia las bancas y de repente dejo de ver en el ojo derecho; fue cuando entré en pánico y pedí mi cambio".
Uribe tuvo una fractura debajo del ojo y el músculo ocular que pasaba por ese orificio no podía sostener al ojo. Tuvo que acudir con un cirujano plático y un ortopedista para que le colocaran un clavo. Estuvo fuera de las canchas ocho meses y se perdió el Mundial.
El exjugador del América recordó para ESPN que jugar en El Salvador es muy complicado desde la llegada al aeropuerto porque los reciben con abucheos, les llevan serenata al hotel en la madrugada, encienden los aspersores cuando entrenan y hasta ponen otro himno que no es el mexicano.