- 02 de octubre de 2024
Entre el crimen organizado y el mundo del pugilismo siempre ha existido una atracción mutua. Referee presenta un serial que explora esa relación de amor y odio. En este primer capítulo, Chávez y uno de los capos más peligrosos en la historia
"Cabrones, cuídenme a mí, no me vayan a matar hijos de su chingada madre". Julio César Chávez veía a Francisco Arellano Félix como un hermano, pero en el fondo siempre supo que su amistad con los principales capos del narcotráfico era al mismo tiempo el pináculo y declive de su carrera.
Y es que la carrera del máximo ídolo del pugilismo en México no podría entenderse sin su vida fuera del ring, donde el dinero llegó a borbotones, lo mismo que los excesos, los políticos y los narcos.
El 13 de septiembre de 1984 Chávez se convirtió en campeón mundial por primera ocasión, luego de vencer por nocaut técnico a Mario "Azabache" Martínez en una batalla de época que quedó en los anales del pugilismo. Con la gloria llegaron también las tentaciones y las compañías de dudosa reputación, entre ellas la de los Arellano Félix, Ismael "Mayo" Zambada, Amado Carrillo el "Señor de los Cielos" y por supuesto, Joaquín el "Chapo" Guzmán.
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Fue el mismo campeón el que recordó esas noches de excesos en las que camionetas blindadas con hombres armados llegaban a su mansión para celebrar épicas victorias ante ídolos como Edwin "Chapo" Rosario, Meldrick Taylor o Héctor "Macho" Camacho. "Conocí a Amado Carrillo, al ´Azul´, al ´Mayo´ Zambada, a todos esos, al ´Chapo´ Guzmán. Iban a mi casa en carros blindados, todos armados, ya tenía mi adicción muy avanzada", recordó en declaraciones al documental de Vix, Cenizas de la Gloria.
Drogas, mujeres y excesos marcaban las bacanales durante la época de oro del campeón mexicano en Culiacán, Sinaloa, tierra donde floreció su figura y su amistad con los líderes del crimen organizado. "Nos metíamos al baño y durábamos como media hora, platicando de la pelea... y yo les decía, 'cabrones, cuídenme a mí, no me vayan a matar, hijos de su chingada madre'", explicó el "César".
"No, cómo cree campeón, si es nuestro ídolo", le contestaron.
La trágica amistad de J.C. Chávez y Pancho Arellano Félix
Francisco, el mayor de los Arellano Félix, líderes del Cártel de Tijuana, fue con quien Julio César Chávez forjó una amistad especial. "Los triunfos lo convierten en una personalidad muy atractiva para el ´Mayo´, el ´Azul´, los ´Arellano´, con los cuales mantuvo una relación, pero igual con políticos, apoyó a políticos, presidentes municipales, apoyó a Carlos Salinas de Gortari, había una atracción mutua, sobre todo desarrolló una relación casi de hermanos con Pancho Arellano", resumió el periodista local Ismael Bojórquez para Vix.
Los lujos y las fiestas no eran los únicos indicios de las compañías que merodeaban de cerca al campeón, cual rémoras al lado de un tiburón. "Sabía que no debía abrir esa puerta, pero se abrió... había cosas inexplicables", cuenta en el mismo documental Carlos Aguilar, famoso cronista de boxeo. "Iba yo a la conferencia de prensa y te aparecían billetes de 100 dólares en tu dossier de prensa y después relojes".
El peligroso capo del narcotráfico conoció a Chávez en los albores de su camino al éxito y lo acompañó hasta el cenit, cuando derrotó ante más de 100,000 almas en el Estadio Azteca a Greg Haugen. "Él (Julio) ayudó a que Pancho Arellano se metiera disfrazado al Estadio Azteca", agrega Bojorquez sobre una anécdota que por años navegó entre la neblina de la realidad y la ficción, pero que una fotografía se encargó de confirmar.
"Pancho Arellano tenía una discoteca en Mazatlán, presentaba a los mejores artistas en la discoteca, la relación inició porque empezó a hacer funciones, luego hubo mucha amistad, íbamos a Mazatlán, nos prestaba sus casas, como Julio siempre lo dijo, no hubo mala relación", explica Rodolfo, el hermano de Julio César Chávez que lo acompañó por años en su turbulenta carrera en los encordados.
Es conocido que el Cártel de Sinaloa y el Cártel de los Arellano Félix se enfrentaron a muerte tras la escisión de la "Federación" que aglomeraba al crimen organizado al occidente de la República. De un lado quedaron peligrosos delincuentes como el "Chapo" Guzmán y el "Mayo" Zambada y del otro su "casi hermano".
"Después de una pelea se reúne con el ´Azul´, con los Arellano, con el ´Mayo´, con todos, luego se pelearon, pero a él (Chávez) no le pasó nada porque lo respetaban", detalla Bojórquez.
A pesar de la inmunidad para Julio, la presencia en de los capos en la vida del campeón tuvo un costo, su entrenamiento languideció. "Ya mi preparación nunca fue igual, si la droga la dejaba antes un mes y medio, luego sólo un mes, una semana, y luego dos días, y así hasta que ya no pude", reconoce Chávez décadas después de dolorosas derrotas ante rivales que en el papel eran inferiores, como sucedió en su primer revés ante el "Cirujano" Frankie Randall.
A pesar de la fastuosidad y concurrencia en las fiestas, se puede estar muy solo en la cima del deporte internacional. La fama y el dinero no fueron suficiente compañía en la vida del campeón. "Yo sentí que ya había logrado todo, tenía millones de dólares, mi yate, mis mansiones, y me sentía vacío, yo decía, Dios mío, ¿qué me está pasando?", cuenta Chávez.
Al final, Chávez pudo contar la historia de los tiempos "dorados" y las fiestas descomunales en Culiacán, no así Francisco "Pancho" Arellano, asesinado por un sicario vestido de payaso el 18 de octubre de 2013 en el salón Ocean House del extinto Hotel Marbella, ubicado en Los Cabos, Baja California Sur. Como uno de los más crueles simbolismos de la vida, el crimen ocurrió en presencia de Omar Chávez, hijo del tricampeón mundial, quien era uno de los convidados a la fatal celebración.
En la siguiente entrega: El mánager narco de Julio César Chávez