Enrique Burak, Toño de Valdés y Pepe Segarra conforman uno de los tríos de comentaristas deportivos más carismáticos del país, poniendo a prueba sus conocimientos y relatando sus historias a través del podcast que tienen en conjunto, además de aparecer en las pantallas de TUDN.
Los tres personajes suelen llamar mucho la atención entre los aficionados, particularmente por la forma en la que suelen llevar a cabo las transmisiones deportivas, por ejemplo el Clásico Mundial, NFL o las coberturas de NBA, situación que encanta a los televidentes debido a que son "diferentes" cuando trabajan en conjunto.
El buen ambiente entre Enrique Burak, Toño de Valdés y Pepe Segarra ha quedado demostrado incluso en la adversidad, ya que recientemente se dio a conocer que el "comentarista que no me sé su nombre" destrozó una "reliquia" única y especial para Pepe Segarra.
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A través de un breve clip, durante el desarrollo de uno de sus programas, se dio a conocer la forma en la que Enrique Burak destrozó el Submarino Amarillo de Pepe Segarra. Se trataba de uno de los LEGO más "padres" para el mítico narrador de deportes dentro de TUDN.
La situación se presentó de manera peculiar puesto que Pepe Segarra presumió su LEGO a sus compañeros, donde hubo una negativa por parte de Toño de Valdés para sostenerla por el riesgo de poder tirarla aunque Enrique Burak sí se aventuró para analizarlo a detalle.
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Al momento de explicar un poco de los elementos visualizados, Enrique Burak cruzó los brazos de una forma extraña que terminó tirando y destrozando el submarino amarillo. Esto trajo consigo un lamento sincero, donde incluso pidió perdón y aseguró que lo iba a reconstruir.
Toño de Valdés se mantuvo en su lugar mientras la risa lo invadía, mientras que Pepe Segarra se mostró resignado con una peculiar sonrisa. Los Tres Amigos llegaron a la conclusión de que "ya valió mad...e", puesto que las piezas estaban regadas por todos lados.
Cada uno de ellos terminó recogiendo los restos del LEGO de Pepe Segarra, aunque uno de los momentos de mayor drama fue cuando sonó el teléfono de Enrique Burak, que precisamente le dio otro toque a la situación, causando todavía más risa entre los narradores.