“Perdónenme, pero no puedo dar declaraciones todavía”, le dijo el doble medallista olímpico mexicano, Osmar Olvera, a unos reporteros que querían entrevistarlo.
De inmediato, los periodistas le preguntaron la razón de la negativa, a lo que el joven más querido del país en este momento respondió: “Tengo un contrato con Televisa”.
Me pongo en los zapatos de mis colegas y seguramente no la pasaron bien, pero también me pongo en los del nuevo “Niño Héroe” y lo entiendo.
Entiendo que debe aprovechar el momento de fama para hacer dinero. De hecho, creo que la mayoría hubiéramos hecho lo mismo.
Eso sí, espero que ese contrato sea jugoso, muy jugoso y por un buen rato porque me temo que cuando pase su fama, Televisa lo hará a un lado.
Televisa es un asco por muchas razones, pero en casos como éste solo actúa como cualquier empresa: Es decir, le paga a un trabajador mientras le es de utilidad y cuando ya no lo es, le da una patada en el trasero.
Tengo los mejores deseos para el joven Olvera, pero también tengo la curiosidad de saber por cuánto tiempo lo utilizará Televisa, y qué pasará cuando se le acabe el amor por el sonriente muchacho de solo 20 años.
Ojalá que no termine como otros deportistas mexicanos, que en su momento de fama fueron usados por la televisora y con el tiempo acabaron, por distintas razones, destrozados por la opinión pública, como Hugo Sánchez, a quien hoy varios llaman ególatra y como Ana Guevara, a la que en la actualidad le llueven criticas e insultos por todos lados, tan solo por citar un par de ejemplos.